
Las ciudades inteligentes o smartcities son el resultado de la implantación de soluciones innovadoras que utilizando los recursos de las ciudades y su integración con las nuevas tecnologías e iniciativas llevan a una ciudad a convertirse en más eficiente y sostenible. El objetivo fundamental de esta tendencia es generar la calidad de vida que dicha ciudad proporciona a sus habitantes a la vez que ayudan a disminuir el consumo energético y las emisiones de CO2 generadas por la ciudad.
En este ámbito, las administraciones públicas, y representantes por tanto de las ciudades, juegan un papel muy importante como encargados de promocionar y difundir las buenas prácticas y el uso eficiente de los recursos de la ciudad, siendo además el ejemplo a seguir por sus ciudadanos.
¿POR QUÉ LAS CIUDADES TIENE QUE SER MÁS EFICIENTES?
Uno de los principales ámbitos a tratar en las ciudades del futuro, promovido desde años por directivas nacionales y europeas, es la EFICIENCIA ENERGÉTICA, de creciente interés por parte de las empresas y administraciones públicas. El 25 de octubre de 2012, la UE adoptó la Directiva 2012/27/UE sobre eficiencia energética (conocida como la EnergyEfficencyDirective), un hito importante en la promoción de los objetivos de eficiencia energética de la UE, con el objetivo final de ahorrar un 20 % del consumo de energía primaria en el año 2020.
Para ello, la UE tiene tres principales objetivos: una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 % respecto a 1990; aumentar la cuota de las energías renovables en el consumo de energía hasta un 20 %; y un aumento del 20 % en la eficiencia energética. A escala nacional, España cuenta con un plan de acción de ahorro y eficiencia energética para los años 2011-2020.
Es dentro de los edificios donde pasamos la mayor parte de nuestras vidas, donde la gran parte de nosotros vivimos, trabajamos y disfrutamos de la mayoría de nuestro tiempo de ocio. Por esta razón, los grandes impactos ambientales se generan en su interior: actualmente los edificios son responsables del 40 % del consumo energético de la UE y se han convertido en un desafío clave para lograr objetivos de ahorro de energía para combatir el cambio climático. Además, la implicación y motivación para conseguir estos ahorros energéticos contribuye a generar oportunidades de empleo en el desarrollo de soluciones innovadoras, mejorar la competitividad, la seguridad del suministro y la sostenibilidad ambiental, en resumen, obtener mejores condiciones de vida para todos los ciudadanos.
Para la consecución de estos grandes objetivos es necesario introducir no sólo la concienciación y la educación de los usuarios en cuanto al uso de la energía, sino también involucrar una gran cantidad de procesos y equipos, como climatización, electrodomésticos, iluminación, aislamiento, etc, que tendrán que renovarse o reemplazarse.
Las nuevas tecnologías pueden ayudar a mejorar la eficiencia energética a través de la monitorización remota, el control y seguimiento del consumo de edificios, alumbrado público y en algunos de los casos hasta diferenciar por circuito de consumo o dispositivo conectado.
Este tipo de servicios se pueden dividir en dos niveles. Uno inicial en el que solo se puede monitorizar el consumo y que requiere normalmente una instalación sencilla en el cuadro eléctrico del edificio, los conocidos como “Smart plugs”, recientemente introducidos en el mercado. Son dispositivos similares a los adaptadores de enchufe que permiten monitorizar el consumo de los dispositivos conectados a él. A través de ellos se hace más transparente no solo el consumo, sino el gasto económico asociado.
En segunda instancia existen las aplicaciones domóticas, que permiten no solo monitorizar sino también actuar sobre el edificio. No se centran en el consumo, sino en automatizar acciones de los edificios que mejoren su eficiencia sin afectar al confort de los trabajadores o visitantes (iluminación, aireación, ventanas, control de persianas,…) Estas aplicaciones suelen llevar asociado un coste más elevado y unos requisitos de instalación más complejo.
Mediante la implantación de algunas de estas aplicaciones innovadoras está demostrado que se incrementa la transparencia entre el edificio y los gestores del mismo, haciéndoles más conscientes del consumo generado. En el ámbito de las administraciones públicas, donde los usuarios (trabajadores o visitantes) no son los encargados de pagar las facturas asociadas, es muy importante reducir esta falta de información y promover la concienciación ciudadana. Ello puede repercutir no sólo en la reducción del consumo energético en su lugar de trabajo, sino también en sus viviendas privadas.
Prueba de ello es la plataforma de gestión del consumo (www.enerplace.eu), tanto eléctrico como de agua y gas, que hemos implantado en varios edificios públicos de distinto ámbito y características, en el marco del proyecto EPLACE (www.eplace.eu), liderado por Wellness Telecom y financiado a través del programa de Innovación y Competitividad de la Unión Europea. Una plataforma que incluye además otras secciones con recomendaciones, comparativas de consumo y un foro de comunicación entre usuarios.
El simple hecho de centralizar la gestión de los consumos, ofrecer una visualización rápida y concisa de los mismos, junto a la labor de concienciación del personal realizada mediante acciones sencillas, ha permitido en algunos de los pilotos reducir hasta un 22 % del consumo en los primeros meses de implantación.
Por Alicia Jiménez González @Alicia_wt | Jefe de proyectos de I+D+i | Wellness Telecom
**Este artículo fue publicado en el portal i-ambiente cities.